domingo, 1 de junio de 2014

LA FAMILIA COMO EJE DE EQUILIBRIO SOCIAL

La familia encuentra su origen en el matrimonio, consta de esposo, esposa e hijos nacidos de su unión y sus miembros se mantienen unidos por lazos legales, económicos y religiosos. Además, establece una red de prohibiciones y privilegios sexuales y a una cantidad variable y diversificada de sentimientos psicológicos como amor, afecto, respeto, temor, etc. En oposición a este enfoque, radica Coomaraswamy defiende que "no se debería definir la familia mediante una construcción formalista, nuclear, la de marido, mujer e hijos. La familia es el lugar donde las personas aprenden a cuidar y a ser cuidadas, a confiar y a que se confíe en ellas, a nutrir a otras personas y a nutrirse de ellas".Para la sociología, una familia es un conjunto de personas unidas por lazos de parentesco.

La realidad muestra que llegar a entender antropológicamente la familia aparece como requisito para plantearse seriamente acerca de su impacto sobre el desarrollo humano armónico, el crecimiento de la sociedad que se vincula necesariamente con esta realidad humana y para sustentar todo intento de educación en valores que sin considerar la familia podría carecer de sustento y resultar magro en sus alcances.
En función de lo anterior se propone aportar algunas ideas para profundizar antropológicamente la familia intentando alcanzar dos objetivos: 1. Analizar desde una perspectiva antropológica la realidad familiar y 2. Reconocer la importancia de los vínculos constitutivos de la familia para el proceso de humanización y la vida en sociedad. Señala desde la antropología y desde el inicio de la sociología que la familia se diferencia de otros grupos porque en ella se dan tres relaciones que sólo se distinguen en la familia y que siendo diferentes entre ellas se encuentran vinculadas entre si: la filiación, la consanguinidad y la alianza. En estas tres relaciones es posible encontrar el origen de las representaciones que serán raíces de la formación en valores tales como la libertad, el compromiso y la solidaridad.

IMPORTANCIA DE LA FAMILIA ANTROPOLÓGICA DEL SIGLO XXI

De acuerdo a este orden de ideas plantear que es importante educar en valores, pero para esto es necesario considerar que los valores que cimientan el proceso de humanización requieren la vivencia de las relaciones que antropológicamente tienen su asiento en el núcleo familiar sin vivir esas relaciones todos los valores que se intenten estimular carecen de raíz vital y pueden no actualizarse en la vida. Hoy desde diferentes vertientes del conocimiento está cada día más claro que la familia es uno de los contextos de desarrollo humano más importantes y cruciales para los individuos que viven en ella, es una realidad educativa insustituible en la vida humana y es una instancia sin la cual resulta imposible gestar las bases para la convivencia social. No obstante lo anterior, por ser la familia una entidad tan próxima y cotidiana para todo ser humano se está produciendo la falsa impresión de que todos sabemos entenderla sin ninguna dificultad. Se torna muy grave porque un conjunto de prejuicios y concepciones espontáneas forjadas en lo cotidiano están llevando a plantearse sobre esta realidad de manera superficial, con graves consecuencias para las nuevas generaciones y la sociedad en su conjunto.

PLANIFICACIÓN FAMILIAR(SOCIEDAD Y SEXUALIDAD RESPONSABLE)

La planificación familiar permite a las personas tener el número de hijos que desean y determinar el intervalo entre embarazos. Se logra mediante la aplicación de métodos anticonceptivos y el tratamiento de la esterilidad (en esta nota se aborda solo la anticoncepción). Beneficios de la planificación familiar La promoción de la planificación familiar y el acceso a los métodos anticonceptivos preferidos para las mujeres y las parejas resulta esencial para lograr el bienestar y la autonomía de las mujeres y, al mismo tiempo, apoyar la salud y el desarrollo de las comunidades.

En relación al acto de procreación que corresponde entre el padre y  madre; este mismo constituye, por tanto, en una condición específica de la existencia humana, porque se encuentra en el origen de una nueva creatura con la misma naturaleza y dignidad de sus progenitores. Es posible evidenciar desde él una segunda relación, que se encuentra en la constitución antropológica de la familia, la alianza entre un hombre y una mujer que hace posible la emergencia de cada ser humano. Cada ser humano que viene a este mundo, en virtud de esa alianza y llega a una familia determinada, no representa una síntesis de sus progenitores, sino por el contrario tiene su propio código genético y en su genotipo correspondiente el sexo de uno de ellos. Por lo cual, nacido de una relación de un hombre con una mujer estará en condiciones de engendrar hijos estableciendo a su vez una relación con otra persona de sexo opuesto a la suya, formando así otra familia. Hasta aquí es posible señalar que en el origen de la familia existe una realidad biológica de base. No obstante, así como el ser humano no se puede reducir a su realidad biológica tampoco es posible señalar que la familia sólo se explica por este dato.

LA FAMILIA DESDE UNA MIRADA HACIA AL FUTURO: REQUISITO PARA EDUCAR

Hecho cultural reconocido, dotado de un significado que involucra no sólo al hombre y la mujer que se unen sexualmente sino también a las familias de ambos y a los hijos nacidos de esa unión. La realidad natural de la relación de un hombre y de una mujer se convierte así en una relación socialmente reconocida a través de la institución del matrimonio. Culturalmente esta unión se considera una relación de alianza. La figura jurídica usualmente aplicada es la de un contrato solemne y diferente de otros contratos que se establecen dentro del ordenamiento jurídico. El contrato matrimonial se reviste de ciertas características peculiares propias y exclusivas de la alianza conyugal. Este contrato inicia la vinculación entre dos familias diferentes que origina una tercera relación constitutiva de la realidad familiar, la consanguinidad, que se hace visible cuando la vinculación libremente aceptada entre un hombre y una mujer es coronada con la llegada de los hijos. Vinculación que no termina nunca, porque los hijos son sus testigos vivientes.

“Para antropólogos y sociólogos queda demostrado el hecho de que esta alianza no es considerada como una mera unión biológica por la existencia de la consanguinidad, que es la forma de definir la protección del varón y de la mujer frente al incesto”. “Se trata, por lo mismo, de un acto propiamente social, mediante el cual se contrae una obligación entre dos grupos originalmente desvinculados entre sí, a la que se dará satisfacción cuando el hijo nacido de la unión conyugal pertenezca en propiedad a ambas familias por igual”. Podría señalarse entonces que esta realidad biológica que concreta el vínculo entre un hombre y una mujer confiere social y culturalmente un carácter solemne porque se reconoce en éste el origen de una realidad humana que hará posible desde la unidad conyugal que es la unión. Según  Morandé, P. que en su aporte explica sobre las dos familias de origen. Unión que con la llegada de los hijos concreta esa unidad y actualiza la aparición de rasgos que son testigos de la consanguinidad.

Nadie escoge su familia, ni los padres pueden escoger a sus hijos ni éstos a sus padres, no obstante, concretada la existencia del hijo, dos linajes se enriquecen y los vínculos de consanguinidad se inmortalizan. Los padres no pueden renunciar a serlo ni tampoco los hijos. Es más, biológicamente el fenotipo del descendiente pone en evidencia la genealogía del nuevo ser. Un ser que biológicamente proviene de un cigoto cuyas características ya demuestran la existencia de un nuevo ser. Dos células germinales únicas, un espermio y un óvulo, han estado en su origen. Sin embargo esa nueva realidad, el cigoto posee en sí mismo autonomía e independencia para terminar con la formación de un nuevo integrante de una familia. Su código genético contiene toda la información para su desarrollo y lo diferencia de sus padres. No es cualquier ser humano, sino uno determinado, único e irrepetible, sexuado y creado libre. Su proceso de desarrollo no lo causa su madre, sino el propio embrión, porque su madre sólo le aporta lo necesario para su nutrición.
Con respecto a lo anterior, ese ser potencialmente completo logrará actualizar sus potencialidades y alcanzará la perfección a la que ha sido llamado siempre que sea acogido como ser en familia. Las relaciones de alianza conyugal, filiación y consanguinidad forman un conjunto de relaciones inseparables que se encuentran ontológicamente en la base de la primera comunidad de pertenencia de todo ser humano, su familia. Antropológicamente, el hombre es un ser en familia, es en el encuentro como se van consolidando su personalidad y las relaciones que le son propias, filiación, consanguinidad y alianza conyugal se caracterizan por su reciprocidad que es inseparable de las personas que se vinculan. No existe paternidad sin hijos, ni filiación sin padres ni alianza conyugal sin una mujer y un hombre que se relacionan. Morandé, P. señala al respecto que “la familia no tiene una realidad distinta de las personas que la forman”, “no tiene implícita ninguna estructura ideal que se le imponga normativamente desde fuera. El orden normativo que la rige brota de la misma condición humana, de la racionalidad entendida como apertura al don de la vida y de la libertad para aceptarlo o rechazarlo”. Entender antropológicamente la familia permite sentar las bases para comprender por qué sin una realidad familiar sólida es difícil que en una sociedad las personas se respeten en su dignidad, se viva la libertad y la solidaridad sea el motor de las relaciones interpersonales. Hoy asistimos a un mundo en el cual se atenta contra las personas, que se manifiesta en diversas formas de atentados contra los derechos humanos, delincuencia, múltiples formas de maltrato. Por otra parte, se observan deficiencias para asumir la libertad y el compromiso. Aparecen formas inhumanas de vivir la sexualidad, la paternidad y maternidad se asumen como cargas y se teme al compromiso. Profundizando sobre el contenido es importante educar en valores, pero para esto es necesario considerar que los valores que cimientan el proceso de humanización requieren la vivencia de las relaciones que antropológicamente tienen su asiento en el núcleo familiar: alianza conyugal, filiación y consanguinidad. Sin vivir algunas de esas relaciones todos los valores que se intente estimular carecen de raíz vital y pueden no actualizarse en la vida.
   


“En la evolución familiar Antro-sociológica los seres humanos nacen, crecen, se reproducen y mueren, el deber ser de los padres es “ENSEÑAR” valores en los hogares de las generaciones del mañana, de este modo amar, aprender a vivir feliz como familia brindando seguridad, estabilidad, ayudando todos los días a sus niños (as), jóvenes y adolescentes al desenvolvimiento del crecimiento personal, profesional de sus hijos”…